La hospedería súper acogedora, limpia, bien climatizada, y decorada con esmero. Particularmente me gustaron detalles arquitectónicos que conservan el encanto de esta antigua hospedería. La cama y las sábanas fantásticas. Destacar la colección de objetos antiguos. El desayuno estupendo, particularmente el bizcocho de nueces casero y el revuelto de huevos con jamón. Por último, nos encantó la atención del dueño, tremendamente atento a la par que respetuoso con tu espacio. Un gustazo! . Sin duda, repetiríamos. Además, el pueblo es encantador.